El defecto puede ser la causa de un proceso natural o fabricado, del desgaste o la ruptura; el defecto puede ser también humano tanto físico como psicológico. Puede ser intencionado e involuntario. En un sentido más amplio puede hablarse de moral, cuando algo es políticamente incorrecto.
El defecto puede aplicarse a cualquier ámbito porque hace referencia a la imperfección, la ausencia, lo incompleto, lo inacabado, al error.
Analicemos entonces el efecto de los defectos en los objetos cotidianos.
El objeto industrial defectuoso:
Con esta imagen de una bombilla, producto que muchas veces compramos con el filamento roto, pretendo hacer una referencia a todos aquellos objetos defectuosos que son producto de un fallo en su fabricación. Este sistema perfecto, medido y controlado hasta el último detalle, también tiene fallos cuyo producto son los objetos defectuosos.
Rechazados y aislados ya que no valen su precio estipulado por no cumplir todas las cualidades para las que han sido fabricados. En muchas ocasiones los encontramos en las estanterías de las tiendas y como consumidores, los apartamos a un lado y escogemos uno mejor.
Por lo tanto, el efecto de un objeto industrial y defectuoso es negativo.
El afecto del objeto artesano:
Los objetos artesanos, por tratarse de productos fabricados a mano, cuentan con pequeños defectos y errores. En este caso, el defecto tiene un valor afectivo ya que es éste el que los identifica como piezas únicas y originales.
Por lo tanto, en la artesanía el defecto de la imperfección es considerado como algo positivo y diferenciador.
El defecto del objeto como recuerdo:
Esta imagen de la huella del vino en un mantel puede resultar demasiado poética, pero intenta representar el defecto como recuerdo. Muchos de nuestros objetos están dañados y rotos pero son esas marcas lo que les da el valor sentimental ya que las asociamos a personas y momentos especiales para nosotros.
El defecto, en este caso, es el rastro que nos evoca a un tiempo y una situación determinadas.
El objeto defectuoso por el paso del tiempo:
El deterioro de los objetos es una consecuencia de su uso, éstos van perdiendo sus cualidades con el paso del tiempo convirtiéndose así en objetos defectuosos.
Es este desgaste el que les da su valor ya que es la propia persona la que ha causado ese defecto, es decir, las zapatillas sin suela que no queremos tirar nunca, la barra de labios con su forma especial, el bolígrafo mordisqueado, el sillón con la forma del cuerpo son objetos que el usuario a modificado, casi inconscientemente, a su forma y gusto.
Por lo tanto, en este caso el defecto es particular y personal de cada persona, ya que cada una es diferente y utiliza, y como consecuencia desgasta, los objetos de diferente manera.
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