¿El diseño puede participar en el cambio de mentalidad del ser humano?
La situación que vivimos hoy en día de producción descontrolada de productos hace replantearnos el papel del diseñador. Hoy puede ser el canal de difusión de una nueva mentalidad. Fomentar la idea de un objeto más humano, que tiene una historia y se adapta con facilida a nuestras actividades cotidiana, nos facilita la vida, es intuitivo, y sobretodo mantiene estas propiedades a largo plazo. Hoy los objetos quedan rápidamente obsoletos.
El objeto debe de participar en luchar contra la vida frenética que vivimos la mayoría. Los espacio personales, nos permiten evadirnos de este estrés; “burbujas” tranquilas, seguras, sencillas; dónde permanece una armonía en la interacción entre nuestros objetos y nosotros mismos.
En la historia a habido dos corrientes que recogen estas ideas; el minimalismo y el diseño Zen. Se aplican mayoritariamente en el diseño de espacios, pero parecen perfectamente aplicables al diseño de productos.
Para el futuro planeta y de la relación entre productos y humanos están de actualidad mas que nunca debido a sus características y su principal finalidad.
El diseño zen busca principalmente equilibrio, armonía y simplicidad.
Se puede afirmar entonces que el diseño zen es sobrio más que llamativo, pragmático más que lujoso, armonioso más que exagerado, mate más que brillante, sencillo más que complejo.
Para el artista, diseñador y arquitecto Koichi Kawana la simplicidad significa el logro de un máximo efecto con un mínimo de medios.
En el minimalismo se busca la extrema simplicidad de sus formas, líneas puras, espacios despejados y colores neutros, en un ambiente con equilibrio y armonía.
En el minimalismo todos los elementos deben combinar y formar una unidad, priorizando el todo sobre las partes. El Minimalismo es puramente abstracto, objetivo y anónimo, exento de decoración y generalmente suscita sensaciones sublimes como el bienestar y la armonía.
Como el diseñador Ludwig Mies Van Der Rohe dijo: “menos es más”, frase que se ha convertido en el lema de una de las vanguardias más importantes de la primera mitad del Siglo XX y que la explica a la perfección.
A partir de esta reflexión otras preguntas surgen :
¿ Puede el diseño solucionar el problema del “comprar”, “tirar”, “comprar”?
¿ El diseño de producto puede contribuir en la experiencia de la felicidad cotidiana?
¿ No debería el diseño disminuir necesidades en vez de crear nuevas?
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